A pesar de
que la señal de televisión de la
BBC en Internet no sea al cien por cien en riguroso directo y
el tiempo no haya acompañado, estos días he sido, por vez primera, testigo de
una carrera en carretera a tiempo real. He visionado millones de minutos de
reportajes de carreras en carretera desde que tengo recuerdo motociclista, pero
rozando la cuarentena es cuando he podido tener esta experiencia, que mirando
el camino recorrido y echando la vista atrás, hasta hace no muchos años, imaginar
esto hubiese sido algo así como ciencia a ficción. De adolescente a principios
de los noventa, la única manera de que te llegara algo sobre este mundo, era
esperar a que apareciera el resumen de Duke Video del TT en VHS, gastarte la
paga y recibir la preciada cinta, en el idioma de Shakespeare, por supuesto.
Cuando el colegueo se enteraba que poseías semejante documento, se pegaban para
ser el siguiente en tenerlo en su poder durante unos días, e incluso algún
cabroncete se hacía el tonto para no devolvértela, “tío, se la ha comido el video”, “¡a que te hostio!” También nos
llegaba información por algún reportaje de una página en el Motociclismo. Que
me perdonen en SoloMoto, pero siempre he tirado de ese lado.
Poco a
poco, en revistas como La Moto ,
dirigida por aquel entonces, por un tal Cesar Agüí, comenzaban a aparecer
reportajes realizados en el Tourist Trophy, pero también en Daytona y otros
lugares similares que nada tenían que ver con el archiconocido Mundial de
Motociclismo. Respecto al TT seguía existiendo el halo de pista asesina, pero
se comenzaba a tratar con cierto respecto, por la gesta que suponía, y por
supuesto supone rodar a ritmo de competición por semejante circuito. Ya en los
noventa, las deportivas conseguían ritmos de absoluto escándalo, había mejores
neumáticos, suspensiones y frenos, pero el reto era el mismo y llevaba siendo así
desde principios del siglo, y eso era muy de respetar. En España las cosas no
han cambiado mucho respecto a aquellos años de mi adolescencia, pero las nuevas
tecnologías, nos permiten estar en contacto de un modo más directo con los
pocos que sentimos que aquello es la esencia pura de la competición
motociclista. Por que no hay que engañarse aún somos unos pocos.
A nivel
mundial, el Tourist Trophy debe contar con un número de espectadores escandaloso,
pero en España, no creo que seamos muchos los realmente interesados en saber lo
que sucede en las carreras más antiguas del planeta. Y esto es debido, siempre
bajo mi punto de vista, a que si eres un neófito del tema pero te gustan las
motos y no te pierdes un GP en la tele, y un amigo te cuenta que ha descubierto
unas carreras impresionantes que se realizan en Irlanda del Norte y en una
pequeña isla del mar de Irlanda, llamada Man, tú vas a buscar información en Google
y en la primera página encontrarás enlaces en los que podrás leer “la carrera más peligrosa…”, “no se cuantos
muertos en …”, es decir publicidad negativa. Resulta que tu colega te ha
hablado de unas carreras auténticas y no hay más que sangre en lo primero que
te vas a encontrar, y tú piensas, ¡joder! Para eso pongo el telediario. Por que
te gustan las carreras de motos, pero no las sangrías. Por supuesto debe
existir gente interesada en que ese primer impacto te entre por los ojos y todo
se mantenga como está, y es un tema que está ahí, pero debe existir una fórmula
que anule esa primera impresión, a mi modo de ver, tan negativa.
Para mí, el
Tourist Trophy es una carrera que define lo que realmente es la competición del
motor. Simplifica el concepto hasta la mínima expresión, un circuito cerrado,
un hombre y una maquina, es decir un reto. Un escalador frente al Ama Dablam,
un triatleta en la salida del Iron Man, el torero esperando a puerta gayola en
Las Ventas, un surfista esperando su ola gigante en Nazaré, el Road Racer
esperando a que esa mano en la espalda desaparezca…, en el Mountain Course. ¿Te
imaginas algo mejor? Cuando observo como espectador algo similar, en mi
interior hay una pequeña luz que se ilumina intermitentemente, pidiendo ser yo
el protagonista de lo que veo. Ese anhelo, ese deseo es el que hace que crezca
en ti una afición. El riesgo está presente, por supuesto, pero no es el
principal reclamo. Si te gusta la velocidad, te gusta el filo de la navaja, lo
cual no quiere decir que quieras clavártela. Quieres dominar el riesgo, sentir
la superación personal que supone. Lógicamente como espectador, admiras a un
tipo que se expone a ese riesgo, por que entiendes sobradamente que se enfrenta
al riesgo, que esa pequeña parte de ti, desearía saborear. El Tourist Trophy
tiene todo lo que un acontecimiento necesita para ser televisivo sin que sea
preciso hablar de muerte constantemente.
España ha
pasado por días en los que las carreras se celebraban en circuitos urbanos, en
carreteras en cuesta y tramos de montaña. Todos los Pilotos con cierta edad, ya
retirados o no, deben tener mil y una anécdotas de aquellas carreras en blanco
y negro. Pero de repente un día, la palabra seguridad apareció para llevarse
por delante muchos años de herencia, todo lo anterior quedó olvidado. Los
circuitos urbanos plagaron nuestra piel de toro. En unos sitios más que en
otros, claro. No quiero decir que esté en contra, no nos equivoquemos, pero
considero que ciertas disciplinas, como los rallyes, por ejemplo, no debieron
desaparecer nunca y debieron mantener un calendario nacional, también creo que
las nuevas pistas podían haber cohabitado con los viejos trazados y que
competiciones arraigadas, como una que me viene a la mente, el GP de Cullera,
por poner un ejemplo que abría el calendario nacional, eran auténticas fiestas
del motor. Allí el espectador era uno más, privilegiado por encontrarse dentro
de la cazuela. No quiero decir que el Campeonato de España se celebre en
Cullera, pero sí que podían haberse mantenido pruebas, no dedicadas en
exclusiva a clásicas, que por cierto andan que se las pelan.
Vuelvo a mi
exposición, que me pierdo en un tema del que quiero tratar en otro momento. De
un tiempo a esta parte y como digo gracias a las nuevas tecnologías, han surgido
una serie de personajes que tienen esa misma necesidad de divulgar la pasión
que despierta en ellos el Tourist Trophy y todo lo que representa. Por citar
los que considero más importantes, la serie de artículos “El año que corrimos
peligrosamente” publicada en la revista La Moto , que creo supuso una renovación que atrajo a
mucha gente, sobre todo jóvenes, que desconocían ese mundo tan atractivo,
gracias a las andanzas de Sergio Romero y Pepe Burgaleta por aquellas
carreteras lejanas. Contemporáneamente Antonio Maeso comenzaba sus
participaciones, que continúan en la actualidad. El almeriense además, al
buscar la complicidad con la afición a modo de financiación, ha conseguido ser
un altavoz importante divulgando sus hazañas por toda España. Y por supuesto,
para mí, el documental MPH Mann, dirigido por Abelardo Rendo y protagonizado
por el Piloto almeriense, entre otros personajes. La película aglutina en
esencia todo lo que se precisa saber sobre la carrera y no conozco a nadie con
quien yo haya tratado personalmente que la haya visto y no hay quedado
encantado con la información recibida. Y lo que es más importante, personas
ajenas al mundo de la moto. Ya que consigue mostrar la realidad que se esconde
debajo de los titulares sensacionalistas y que es básicamente que el Tourist
Trophy es el reto absoluto al que un Piloto de motos puede enfrentarse en el
universo conocido. La senda está abierta y unos cuantos hemos comenzado a hacer
camino, poco a poco. Algún día seremos muchos aficionados deseosos de información,
y en vez de encender el PC para conectarme a la BBC y ver en directo alguna Road Race vía
Internet, lo haré sentado delante de la tele, explicando a mi hija quién es
John McGuinness, por que a Vale, con dos años y medio, ya le tiene fichado.
MCM
Este humilde texto va dedicado a la
memoria de Cesar Agüí, uno de los que me mostraron mi camino.
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