Bueno, ya
ha pasado un año y como dice Nos Tro Mo, fuimos aquellos que deseábamos
presenciar en vivo el mayor evento motociclista que existe en este planeta y
esa experiencia ha provocado en nosotros una transformación. Ahora somos
aquellos que deseamos repetir urgentemente la experiencia una y otra vez. Hace
un año mi mente repasaba todo lo que debía tener en cuenta para comenzar mi
viaje iniciativo. Tenía mi lista subrayada de mil colores, de los diferentes
momentos en los que había comprobado que no olvidaba nada. Desconocía aquello a
lo que me iba a exponer. Tenía claro que sería grande, pero bueno, siempre hay
que concederle el beneficio a la duda. Quizá volvería decepcionado creyendo que
le había dado mayor importancia de la que realmente tendría. ¡Craso error!
Aquella
noche dormí tranquilo, suelo hacerlo, incluso cuando era más joven y me
encontraba en los momentos previos a vivir grandes experiencias. Sin duda el
Tourist Trophy ha sido la más grande. Lo comprendí enseguida, sin haber pisado
aun la tierra prometida. Aquel sábado primero de Junio de 2013, mi cuñado Susi y yo
habíamos quedado a media mañana. A las tres de la tarde nos esperaba un avión
con destino a Liverpool, allí mi sobrino Jorge, licenciado emigrado a la fuerza
de su país, nos esperaba para, a la mañana siguiente, tomar un ferry, el
Manannan, con destino a Douglas. Recuerdo perfectamente cada momento de aquel
viaje de ida. Liverpool tiene una esencia digna de vivirse, aunque sólo sea por
unas horas. Ya te lo he contado en la serie del TT Low Cost. Allí estábamos
nosotros bebiendo pintas y gozando de la noche scouser en Mathew Street
rodeados de historia. Porque si hay algo en lo que los británicos nos ganan por
absoluta goleada es en eso, su historia, su amor por las costumbres, en su
mayoría sanas. Recuerda que han tenido las narices de quitarse de en medio la
famosa caza del zorro. Sienten orgullo por su historia, lejana o próxima, da
igual. Su respeto y admiración por su tradición es absolutamente envidiable,
por lo menos para mí. Los Beatles, los caídos en las guerras mundiales o
Nelson, el que nos dio “pal” pelo. Recuerdo mientras escribo una charla de Miquel
Silvestre que presencié hace año y medio, donde precisamente, envidiaba esa
idiosincrasia, que tristemente nosotros no tenemos.
Como te
decía, después de haber dormido poco más de dos horas, de una noche de farra a
base de cerveza, menos mal que era de allí, que acabamos en un bar futbolero en
el barrio de Kensington, casi cantando el “You’ll
never walk alone” con los parroquianos, a los que les hizo gracia eso de
que fuéramos españoles, de empezar a fumar, ¡otra vez!, del viaje desde España
y del alucinante paso por el bus que nos llevó al centro desde el aeropuerto,
ahí estábamos a las cuatro y media de la mañana, completamente de día delante
de la pasarela del Manannan, y lo mejor de todo, estaba fresco como una rosa. Allí
comencé a entender que no me había equivocado, el TT me estaba esperando y yo
estaba a punto de cumplir un sueño: Vivirlo. Lo que son las cosas, hace poco
más de un mes, leyendo las entradas del viaje al TT del Blog El Garaje del Mal,
nos dimos cuenta que hicimos el viaje juntos. Es más, compartimos la llegada a
cinco metros el uno del otro. A los newcomers se nos ve a la legua, ya que el
ferry clava la proa llegando a la bahía de Douglas, porque nos vamos todos en
masa a ese lugar del barco a ver como el sueño se hace realidad. Lo que te
decía, el mundo es un pañuelo.
Cuando el
ferry paró sus motores, comenzaron a arrancar los motores que alimentan mi
alma, el sonido proveniente de las tripas del barco erizaba la piel. Como a
veces parezco, sólo parezco, gilipolla, se me ocurrió la fantástica idea de ir
andando hasta casa de Eugene, nuestro casero, ¡Me cago en la leche puta! ¡Qué
paliza! Pero bueno, el paseito nos ayudó a ubicarnos y a expulsar toxinas de la
noche anterior. Poco más de una hora después, Eugene cortésmente nos acercó
hasta el Grandstand. Espero que no lea esto, ¡Joder Eugene, que veía bañarse en
su piscina inchable a McGuinness desde tu water tío! No es broma. Lo que te iba
diciendo, Eugene nos introdujo en el túnel del alucine, del que no he salido
todavía. No tengo una manera de defender al resto de mis congéneres que
significa para mí el Tourist Trophy, simplemente es una competición
motociclista que permanece ahí, inamovible desde 1907, que ha soportado muchos
momentos críticos, dos guerras, el boicot de los Pilotos mundialistas y ha
sobrevivido a todo. No pretendo convencerte de nada, si no te llega, no te llega.
Vuelvo a la famosa escena del Club de los Poetas Muertos, y me pongo en la piel
del Señor Dalton; Señor Dalton, ¿no camina usted?”, “Ejerzo mi derecho a no
caminar”,… “Mejor llámelo por su nombre Señor Dalton: nadar contra corriente”
Hoy iba a
contarte que Michael Dunlop en los entrenamientos de esta tarde ha marcado una
vuelta a 131,530mph, absolutamente impresionante; que Bruce Anstey, Gary
Johnson y Guy Martin han superado también la barrera de las 130mph, Bruce
Anstey dos veces y Gary Johnson con la Superstock; que en Supersport las Triumph de
Smiths andan mucho y que los hermanos Dunlop y Keith Amor están justo detrás y
que mañana a medio día comienza El Evento con la carrera de Superbike, que va
estar muy calentita; pero de todo eso, seguro que estás informado. Si no, ya
sabes en Facebook, a parte de nuestra página de Manx Cat Motosport tienes a
unos cuantos amigos al pie del cañón, informándote puntualmente. Disfruta del
TT allá donde estés.
The TT is
something you need to experience, it’s addictive. (David Madsen Mygdal)
Texto y
fotos MCM
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